viernes, 12 de febrero de 2016

                                               (folleto de la Casa de Cultura de Girona)


 
El desconocimiento y perplejidad que produce el Arte Contemporáneo Plástico en la inmensa mayoría de la gente sólo es superada por la llamada Música Contemporánea, pero ésta no llega a los oídos de quien no esté interesado. La gran paradoja es que el Arte Contemporáneo se ha convertido en un espectáculo de masas para los turistas que visitan, con devoción obligatoria, los museos-templos que adornan muchas ciudades. El caso del Guggenheim de Bilbao es ejemplar.

Si los medios de comunicación marcan buena parte de la educación del público su papel en la valoración de este Arte es destacable. Dejando a parte  las publicaciones especializadas, que a menudo nos confunden con textos y consideraciones alejadas de cualquier interpretación plausible de las piezas de arte, los medios generalistas, las televisiones masivas y las redes sociales mayoritarias sólo hablan de Arte Contemporáneo cuando hay precios desorbitados en subastas o cuando una limpiadora de un museo desmonta una obra creyendo que era basura. Es tanta su prepotente ignorancia que no son capaces de transmitir nada que sirva al espectador para valorar justamente el sentido de las obras.

El “no lo entiendo”, “me están tomando el pelo”, “eso no es Arte”, “no me gusta” o, directamente “es una mierda” son comentarios, a veces sólo pensamientos, que se aplican generosamente al Arte. Especialmente al Arte. Curiosamente, de todas las cosa posiblemente incomprensibles que nos rodean en el mundo actual, el Arte Contemporáneo es el que concita más muestras de rechazo en algunas de sus manifestaciones. La política, la economía, el deporte, otro tipo de espectáculos, la ciencia… Todo parece estas más al alcance de la gente común que esas “cosas” que encontramos en algunos museos, exposiciones o rotondas.

He conocido gente (ni físicos ni mecánicos) que te habla alegremente de la Física Cuántica o de los motores de  Fórmula 1 con un aplomo que se convierte en desconcierto y, a veces, indignación cuando se enfrentan a cualquier obra de arte plástico más allá de Van Gogh (probablemente sus antepasados se hubieran indignado igual con Van Gogh)

Sin embargo,la intención de estos cursillos y charlas ilustradas que llevo tiempo haciendo no es defender, realzar o mitificar el llamado Arte Contemporáneo. Él ya se aguanta solo, no le faltan padrinos. Además es inevitable que cada época tenga sus formas artísticas, y el siglo que llevamos desde la Primera Guerra Mundial y el dadaísmo no tiene en Arte más que lo que se merece.

No, estos cursillos utilizan piezas artísticas, extraidas de la variedad multiforme (eso sí que lo tiene) del Arte Contemporáneo, para situar cuestiones básicas sobre temas no menos básicos: el individuo, el cuerpo, el poder, la moral, las culturas, la risa, la economia, la realidad…

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